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Déjennos

el placer

en paz.

Tengo un pálpito de dolor lacerado
y una rabiosa bandera de placer en la vagina.
Desde la punta del coxis hasta el ombligo.
Cada centímetro de los labios menores.
Mayores.
El espacio en blanco y negro entre el recto y la costa sur de los pliegues.
Cada recodo y la pantalla de píxeles de piel expuesta entre las olas rasuradas.

En esas barras de rítmica, entre los huecos de las nalgas internas,
en las pensiones interiores.
Junto a la quemadura de sol inguinal del domingo.
En el cerro de la popa del clítoris.
En los valles que preceden a ese puerto de montaña engrosado.
Duele cada poro de ese monte, hasta el pelo que nace y la braga extremista.
En ese espacio para el sexo.
En esa U de éxtasis de la santa.
Allí, en el mismo día del descubrimiento,
es donde habitas. 

_____

Collage en papel, 21x14

2019.

De femeninos placeres

Día D: Sexo

El desembarco debiera ser entre temblores.

DÍA D: Juegos.

Tu infancia son los pies descalzos Junto a la loma y el gallinero, entre las flores del camino de piedras y las voces de otros que te siguieron. Es el paisaje del magnolio la raíz de tus placeres que, en algún lugar como esa niña, te espera ahora. _____

Día D: Maduración.

Ni falta hace verte la comisura del vientre, solo el viento te mueve y levanta tu sino, tu sí, tu no, tu válgame dios y el mantra. Esas mañanas de sur de Madrid y el olor de tus ganas como miel en la herida de todos los que te pisan el manto. No me toques el presente, así vives comiéndote con los ojos la otra luz entre el solar sistema de tus curvas, gorda de alma cálida, tu alma, llena de ti. Así eres de llena, de ti. Está amaneciendo, por fin abre las ventanas. _____

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